LA HISTORIA
En 1974 una familia llegó al que es hoy día su domicilio familiar, una casa antigua datada en 1912 según figura en su cancela de entrada, en la calle Tahona de Herencia (Ciudad Real). La casa formaba parte de una finca mayor conocida popularmente como “la esquina del Mariquito”, que se dividió en varias partes que habitaron o vendieron los distintos herederos.
Cuando la familia se estaba acomodando en la casa recién adquirida, entre los objetos que los dueños dejaron atrás, unas cajas redondas metálicas llamaron la atención de uno de los pequeños de la nueva familia. Intrigado, recogió esas cajas del suelo, que contenían las cintas, y las conservó durante años con la esperanza de poder verlas algún día, sin ser consciente del valor de las imágenes que se escondían dentro.

Años más tarde, con la colaboración de algunos amigos, consiguieron ver por primera vez esas cintas con un proyector moderno. Con grandes dificultades, puesto que las cintas no correspondían exactamente con el formato del proyector, ven junto a las abuelas de las familias parte del maravilloso contenido de esos rollos: escenas costumbristas de otra época, con lugares muy reconocibles de Herencia, que mostraban cómo se vivían los días festivos de la Feria en la Plaza de España, la vendimia y otros trabajos en el campo, o cómo disfrutaban de un día de baño en las lagunas de Villafranca, entre otras muchas actividades de la vida cotidiana.
Desde ese momento, se intuye ya el valor histórico de esas imágenes puesto que todo hacía indicar, dado el ambiente festivo que se observa, que se trataba de momentos previos a la Guerra Civil española.
Las películas escondían, tal y como se ha comprobado tras la investigación, unas películas domésticas de la familia original de la casa, grabadas en formato 8 mm durante los años 30 del siglo XX en Herencia. Esto las convierte en el documento audiovisual mudo más antiguo que se conserva de la localidad, o al menos, que se haya conocido hasta ahora. Por el mismo motivo, también es probable que también tenga un gran valor a nivel regional.
Si bien es cierto que existe un estupendo archivo fotográfico histórico recogido por el Centro de Estudios Herencianos, ver las escenas en movimiento sorprende y añade una nueva dimensión a la forma en la forma de ver nuestra historia común. A los mayores, estas imágenes quizá les permita revivir algunos recuerdos o historias familiares, mientras que a los más jóvenes les descubrirá cómo vivieron generaciones anteriores.
El proceso de recuperación y documentación
No es hasta pasada la década de los 2000 cuando la familia digitalizó esas películas mudas pasándolas a un formato actual. En este proceso de digitalización no se restauraron ni editaron, por lo que el contenido de las cintas se conservan tal y como se grabaron. Con el máximo respeto a las personas a las que pertenecieron esos momentos y recuerdos, es ahora cuando la familia encuentra la forma adecuada para difundir este documento visual inédito, con una edición mínima, un documento muy valioso para los herencianos por el gran valor histórico, cultural y sociológico que representa.
Las cintas se han mostrado en distintas épocas a numerosas personas mayores del pueblo, y emocionados, han podido revivir escenas de su niñez, aportando algunos datos y curiosidades muy generales. Es más recientemente, a finales de 2024, cuando se inicia un proceso real de documentación para datar y documentar lo máximo posible las imágenes que se ven. Tras este exhaustivo estudio con los medios disponibles para la familia, se concluye que las películas son del año 1935.
Mónica Ramírez, una de las responsables del proyecto, fue la encargada de llevar a cabo el proceso de documentación histórica para conseguir una datación exacta y obtener información sobre el contexto histórico de Herencia de esta época. Además, gracias a su investigación podemos conocer en profundidad al protagonista de las cintas, revelando la identidad de alguien de quien siempre hemos oído hablar los herencianos.
Las hipótesis de las que se parten para empezar a documentar las cintas fueron dos: por una parte, debían ser anteriores a la Guerra Civil por el ambiente festivo que se observa, y por otra parte, las cintas debían ser del dueño original de la casa de la calle Tahona en la que se encontraron, alguien conocido como “El Mariquito” del que no conocíamos el nombre. Teniendo esto en cuenta, se comienza acudiendo al taller de Historia Local. Fue crucial la colaboración de Claro Fernández-Caballero, historiador y profesor del taller de Historia Local de la Universidad Popular de Herencia, cuyos miembros también hicieron valiosas aportaciones. Es en el taller donde surge una posible línea de investigación, ya que se propone el contacto con una posible descendiente lejana del “Mariquito”. Gracias a esta persona, que ha mantenido la tradición oral de la familia, y a la documentación obtenida en el archivo parroquial de Herencia, se consigue un nombre: Ruperto Giménez. Este dato abre las puertas a una investigación más exhaustiva que permite hacer un perfíl del protagonista y dueño de las cintas. Los distintos datos que se van conociendo de esta persona van acotando las posibles fechas de las cintas, pero no permitían conocerla con exactitud.
Para conseguir una datación más exacta, barajábamos algunas fechas, como que la matriculación del coche que aparece se realizó en 1929. Un dato fundamental fue saber que el caño Juan Coto, que aparece en las cintas, fue construido en 1934, eso nos situaba en un año posterior a esa fecha. Por otra parte, contábamos con las anotaciones que se guardaron junto a las cintas indicando lo que hay grabado en cada una. Si bien no aparecen fechas, encontramos información que podría derivar en una fecha más concreta.
El apunte “Feria-Bar Nuevo” sería la pista definitiva que ayudaría a fechar las películas. En el Archivo Municipal de Herencia se encuentra en las Actas de los plenos municipales la solicitud de la apertura de un bar nuevo a nombre de Blasa Sanz junto a los arcos en julio de 1935. Esta información documental coincide con la nota y con las propias imágenes, por lo que se concluye que las grabaciones datan de los meses de agosto, septiembre y octubre de 1935.
En esta tarea de investigación llevada a cabo se descubre una información muy valiosa que puedes encontrar en esta web, en las páginas que acompañan a las distintas secuencias divididas por temas.
Lamentablemente no podemos identificar ni comentar todo lo que aparece en esta película, pero animamos a todos aquellos que quieran proporcionar información adicional e interesante sobre estos vídeos a que contacten con nosotros a través de este formulario.

Las cintas
Las películas originales son 4 rollos de 8mm del modelo Kodascope Eight Reel, comercializados desde 1932. Cada rollo tiene aproximadamente 15 minutos de grabación y dos de ellas se acompañan de una nota manuscrita en la que se describe el contenido. Las cintas se digitalizaron sin ser sometidas a un proceso de restauración por lo que en algunos fragmentos podemos observar cierto deterioro.
Probablemente se grabaron con una Cine-Kodak Eight, una cámara de manivela que permitía su uso sin necesidad de baterías. De mecanismo sencillo, aún no permitía grabar sonido ni tampoco grabar con poca luz, motivo por el que todas las grabaciones son en exterior con luz de día. El proyector debía ser un Kodascope Eight, un proyector con un mecanismo de alimentación de cinta que permitía ver las películas grabadas en casa.
En la España de la década de 1930, el uso del Kodascope Eight fue relativamente limitado. La tecnología de película de 8 mm ofrecía una forma asequible de grabar y proyectar eventos familiares, ya que para grabar con este sistema no eran necesarios conocimientos técnicos, aunque el coste era elevado. Por lo tanto, el cine en casa con este proyector era una rareza en la época.

Un adelantado a su tiempo
¿Qué lleva a una familia del entorno rural de esa época a inmortalizar en vídeo esas escenas de la vida cotidiana? Sin duda alguna se perseguía plasmar momentos en un soporte que permitiera obtener recuerdos para poder disfrutarlos en familia, tal y como hacemos ahora de forma habitual pero que entonces, era algo extraordinario. El hecho de poseer una cámara de video en una época en la que no era algo común presupone, al margen de un alto poder adquisitivo, una gran inquietud por conocer nuevas tecnologías y un interés personal y artístico para captar y conservar imágenes. Este dispositivo permitió al dueño de la cámara registrar momentos de su vida cotidiana pero también personas, lugares, labores del campo o festividades, lo que les confiere un interés más general al no limitarse a momentos privados.

Lo cierto es que lo que en su día se hizo como un recuerdo familiar se convierte, pasado el tiempo, en una gran aportación a la memoria colectiva. El cine doméstico recoge escenas y momentos que además de ser recuerdos pueden llegar a ser documentos de gran valor histórico, como en este caso. Estas imágenes se pueden leer como un retrato de la vida en una zona rural de España en los años 30 que no sólo tienen valor para la historia local, sino que se pueden extrapolar a la historia regional, y al mismo tiempo a la historia nacional. Conscientes del valor que estas imágenes pueden añadir al patrimonio audiovisual, las ponemos a disposición de todos los interesados para contribuir en investigaciones o proyectos de carácter histórico, etnográfico o cultural, además de satisfacer la curiosidad de interesados y amantes de la historia.