Calle Tahona
La calle Tahona no solo es el escenario principal de la vida de Ruperto, nuestro protagonista, sino también un testigo de los encuentros cotidianos, los oficios de antaño y las historias compartidas por los vecinos. El sonido del agua del caño de la calle Pablo Iglesias (actual Juan Coto), el aroma del gran horno de pan o el bullicio en la tienda de alimentos eran algunas de las señas de identidad de la calle Tahona, el hogar de nuestra familia protagonista.
Los caños, seña de identidad de Herencia

Encabezando una de las calles más importantes de Herencia, encontramos el caño de Juan Coto, recogido en las actas de pleno del ayuntamiento de 1935 como el caño de la calle Pablo Iglesias. El segundo caño de la época en Herencia se situaba en la plaza Severo Catalina (actual calle Iglesia). Estos caños eran las fuentes que comenzaron a abastecer de agua potable a Herencia, lo que supuso una gran obra y construcción de infraestructura que ocupó gran parte de los años 1934 y 1935. Como podemos observar en las imágenes, los caños eran mucho más que unas fuentes: eran un lugar de reunión donde las vecinas llenaban sus cántaros, los niños jugaban y los vecinos creaban comunidad. La historia de los caños es de gran valor e importancia para Herencia.
Los caños aparecen bajo la concejalía de aguas de Gregorio Corrales, cuando la Sociedad Fontanera cedió al Ayuntamiento de Herencia los terrenos para llevar el agua al pueblo. La puesta en marcha de este proyecto supuso la petición de un préstamo de 175.000 pesetas para poder sufragar todos los gastos de esta nueva infraestructura hidráulica.
La construcción de la Copa de los Pozos del Agua supuso en su día una mejora sustancial para el abastecimiento del agua, ya que es un órgano esencial para que toda la infraestructura hidráulica llevase correctamente el agua a Herencia. Su monumental construcción corrió a cargo de Petronilo García Navas Jerez en 1934, encargado de erigir esta obra que llevaría una gran cantidad de agua de calidad a Herencia, con todo lo que ello supuso para sus habitantes. Desde ese momento y hasta la actualidad, la Copa es una de las señas de identidad del pueblo, un monumento muy apreciado por su gran valor sentimental para los herencianos. Don Carlos Perelló fue el suministrador de la tubería que hizo posible llevar el agua desde la Copa en el paraje de La Pedriza hasta las fuentes de Herencia. En 1934, el caño de la calle Pablo Iglesias (actual Juan Coto) entró en funcionamiento abasteciendo a la calle Tahona, entre muchas otras.
El caño de Severo Catalina (actual calle Iglesia) presentó varios problemas de funcionamiento durante 1935, de forma que tuvo que ser cerrado en numerosas ocasiones para arreglar sus tuberías. En ese mismo año, por problemas con el drenaje del agua en las calles de ambos caños, fue necesario cambiar el acerado de estos caños para evitar encharcamientos. Como curiosidad, el acerado que se retiró del caño de Severo Catalina se utilizó para arreglar la calle Chancleta, una de las últimas en comenzar a ser acondicionadas.
La tienda y el gran horno de la calle Tahona
Una de las señas de identidad de la calle Tahona en 1935 era la tienda de comestibles de Alberto. Gracias a la tradición oral mantenida por sus sucesores, podemos hoy conocer un poco más de la tienda que abastecía a los vecinos de la calle. María González, más conocida entre los herencianos como Mari la Peluquera, ha compartido la historia de la tienda de sus tíos, que es hoy su negocio de peluquería. La tienda de Alberto vendía legumbres al peso como garbanzos o lentejas, además de latillas o ultramarinos, bacalao y muchos otros productos alimenticios. En esta tienda familiar trabajaban Federico, Alberto y Carmen, los tres hermanos. Como podemos ver en las imágenes, esta pequeña tienda suponía otro centro de reunión social para los vecinos de la calle, pues por su carácter abierto y familiar formaba parte de la vida cotidiana de los herencianos de la zona.
Otro punto importante de la calle Tahona es el gran horno que abastecía de pan a los herencianos. No sabemos con certeza si la calle adquiere su nombre por este horno o se trata de una coincidencia, pero sí sabemos que esta panadería, con el horno más grande según la creencia popular, se ganó el cariño de muchas familias herencianas alimentándolas con su pan diariamente. En este horno las familias iban a cocer pan, bollos de aceite, galletas, magdalenas y dulces aportando su propia materia prima como el aceite y los huevos.